Nocturno

Salté en la madrugada a escupirte unas palabras en un intento desesperado por comprenderte. Para poner cada uno de tus pedazos en la página e intentar descifrarte y unirte como un rompecabezas. Nunca te entendí. Siempre fue raro revolotear a tu alrededor. Parecía que te creías todos los argumentos sin sentido que disparaba para parecer menos tonta cuando hablabas. Tu estrategia era decir exactamente que no tenías una, eso era lo que creías que iba a llevarme a la cama. Sin contar que la verdadera razón por la que aceptaba era que estaba sencillamente aburrida. Quería saber qué más iba a pasar, cúal era el siguiente acto. Esa siempre ha sido la razón para irme a la cama con todes. 

¿Realmente la amas? ¿o es una combinación de agradecimiento, costumbre y resignación? Porque ya no servirías para andar en calles y clubes improvisando líneas y miradas. Ya estás viejo. Aunque lo niegues, hace mucho sentaste cabeza y ya no vas a salir de ahí. Estás atrapado en la monotonía del viaje, el filme y el amor. Fue allí donde yo aparecí con mi libertad, con mi incertidumbre y mis Sí. Y te jodiste un poco. 

Te extraño y extraño sentirme a la altura de tus charlas. Extraño tenerte como amigo y como perrito sediento de sexo, el que nunca más va a obtener. Extraño los hoteles baratos y las luces amarillas, las sesiones de fotos después del sexo y y la incomodidad de tus abrazos.

Quiero una explicación.

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