Persistencia sin cara

Me dieron ganas de recordarte otra vez porque ya solo puedo acordarme de las cosas buenas, porque te perdoné, nos perdoné. Nos acepté como personas importantes en la vida del otro pero libres con un deseo compartido siempre. Un final abierto, tres puntos suspensivos, un fantasma, una sombra, una foto pixelada, un recuerdo, un flahback, dos cuerpos borrosos, una paja de momento.

Pero se me olvidó como era cuando te amaba. No recuerdo qué se siente besarte en un centro comercial, agarrarte de la mano y sudar por el nerviosismo de las primeras veces. Eres un recuerdo bonito pero borroso, el cual cada día tengo que forzar más para no dejar ir. No es que esté cansada, es que estoy aburrida, me aburres. El tiempo y el espacio entre nosotros me aburre.

Y no me importa si te lleva el huracán, yo sé que te vas a salvar, no me importa a quién conozcas o qué lugares visites, a quién besas y a quién te follas, porque tu ganancia es mi ganancia y tu frustración es solo tuya. Y si regresas está bien, y si funciona está bien y, si no, tampoco importa porque va a estar bien.

A veces, te recuerdo en los orgasmos. Hay tantas cosas que quisiera repetir, pero es el camino para llegar a ellas lo que me hace perder el impulso.

Me gustas, no sé cuando me vas a dejar de gustar, pero ya no me haces falta, ya puedo vivir sin ti, estar tranquila sin ti. Ya aprendí a vivir sin tu recuerdo y sin tu presencia. Ya te sobreviví. Tenerte de postre está bien porque la dosis completa de ti me enloquece, me endemonia, no me da paz.