Si de los buenos sentimientos nace la mala literatura, como dijo Cortázar, entonces este será el peor escrito de mi vida.
Estoy llena de fango hasta el cuello. Nadie da un peso por mí, no tengo donde caerme muerta, pero soy joven y tengo un montón de antidepresivos en mi mesa de noche. Es como si me hubieran cambiado el cerebro. Dios bendiga la psiquiatría moderna. Puedo ver todo con claridad. La incertidumbre ya no me produce ansiedad. Quiero vivir indefinidamente para tener todos los cortes de cabello que aún no he tenido, quiero viajar, quiero irme de fiesta, quiero conocerte a ti.
La depresión hoy se ve como una pataleta de adolescente, como si solo hubiera querido imitar a un burguesito alternativo, brillante pero atormentado por una serie de enfermedades mentales que en su tiempo no podían ser tratadas correctamente.
Las drogas son como postres, pequeños premios que me doy de vez en cuando. Es increíble haber llegado a estas conclusiones por mi misma, como si las respuestas siempre hubieran estado en algún lugar de mi cabeza, escondidas, esperando. Estoy sorpresivamente feliz, feliz sin una razón.
Estoy sola y feliz. Hace cinco meses que no tengo sexo y soy feliz. No estoy enamorada de nadie, no pienso en nadie y soy feliz. Me siento bien con mi cuerpo, hace años no me sentía tan cómoda en mi piel. Pinches pastillas, funcionan bien.
Comentarios
Publicar un comentario