Oleada


Yo no me puedo olvidar de que conozco cada centímetro de tu cuerpo. No olvido la textura de tu piel, ni la forma de tus uñas. No dejan de venir a mi mente, como oleadas, las imágenes de ti llegando a mi casa, después de estar en otros planes, con esa excusa tan sencillamente perfecta de no querer dormir sin mí. No sé si algún día te lo agradecí, pero, gracias por eso.

A decir verdad, ya estoy cansada de escribir de ti. Siento como si hubiera pasado mucho tiempo, como si ya fuera hora de olvidarte. A veces me pongo a pensar, y es raro sentirte tan lejano, cuando por mucho tiempo siempre estuviste tan cerquita.

Quisiera olvidarme de todo de una buena vez y, al mismo tiempo, quiero recordarlo todo, siempre. Somos una película que se repite en mi cabeza y que cada vez le encuentro más errores y más detalles que me hacen sentir, por un segundo, como si nunca hubiera terminado.

Trato de cambiar todos los días y me siento una persona abismalmente diferente a la que era hace unos meses, junto a ti, pero a ti te veo igual, siempre el mismo. Y es ahí cuando siento que no importa cuanto cambie, yo se que me podrías seguir amando, que te podrías enamorar de mí otra vez sin importar el color o el largo de mi cabello, ni mis hábitos. Tu me seguirías amando. El problema es que siento que ya no soy una ola con tanto ímpetu en tu vida. Ya no piensas en mí antes de acostarte, ni lloras, ni hablas de mí. Y está bien. Así eres más feliz. Y eso me alivia y me da miedo, porque yo sigo sumida en tu puto recuerdo. Supongo que es un castigo justo.

Comentarios