A decir verdad ¿Para qué vamos a seguir amarrados a este recuerdo? Aunque duela, ahora entiendo tu actitud seca y cortante.
Si de mi corazón fuera la decisión, hubiera mandado a la puerta de tu casa una caja con la nueva camiseta de tu equipo favorito y un libro con una dedicatoria pero ¿Para qué? ¿Para seguir acumulando recuerdos inservibles?
También, te hubiera llamado a las 12:00 am, como alguien especial lo haría, pero la realidad es que ya no soy ese alguien. Te hubiera dicho que eres lo mejor que le pasó a mi vida y que duele en el alma no estar contigo hoy, haciéndote feliz. Que eres de las pocas personas en las que, simplemente, creo.
Pero hacer todo eso hubiera desencadenado una reacción tuya que me habría devuelto los pies a la tierra y, por miedo a caerme, entonces no volé.
Sigo con las ganas incontenibles de envolverte en un abrazo gigante, darte besos en los ojos y, básicamente, hacerte feliz, aunque solo sea por hoy. Pero está claro que ese ya no es mi privilegio.
No pares nunca de sonreír y agradecer. Alguna día, yo, supongo, agradeceré todas éstas lágrimas y este corazón arrugado. Mientras tanto, tú, sé feliz hoy y siempre.
Feliz cumpleaños.
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