Fuiste ese soplo patético de vida al que uno se aferra cuando ya no le queda nada. Fuiste exactamente lo que yo necesitaba para recobrar fuerzas y tú para perderlas. Perdón por succionarte tu vitalidad y tu alegría, perdón... Otro perdón que tengo pendiente.
Quizá tenías una vida tan aburrida que te dejaste contagiar de este drama entrelazado que hoy es mi vida, perdón.
Eras ideal, fuiste el punto final, el comienzo, el intermedio, pero nunca el futuro, no el mío, no así. Perdón, perdón por no poderme unir a tu perfección europea.
Perdóname, perdóname por hacerte tomar riesgos absurdos e inspirarte locuras repentinas.
Antes de que me olvides perdóname.
Y gracias por estar en el comienzo del infierno, donde casi nadie quiso estar.
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Afuera la gente canta a grito herido una ranchera que recuerda lo miserable que se es en estas fechas. Pasar de tenerlo todo y luego no tener nada.
Somos miserables de diferentes maneras.
Vení vos, rescátame.
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