Adiós viajero, que te vaya bien. Encuentra tu felicidad en un amanecer y en una puesta de sol y en una lluvia de estrellas vista desde tu carpa en medio del desierto. Sonríe mucho y conoce mucha gente, mi débil amante.
Este es un adiós, quizá no definitivo, nos volveremos a encontrar, eso es seguro. Pero hoy siento la necesidad de despedirme de ti, de dejarte ir.
Ya no sé donde encontrar tu espectacularidad, si en realidad no tienes nada de lo que creí que me gustaba. Si tu alma es tan sencillita como tu cuerpo, tu vida es tan simplona y la pobreza acecha. Pero todo lo que haces parece tan agrandado.
Conversaciones diarias, llamadas, salidas cada fin de semana, miradas de deseo incontenible e incluso de ternura quedaron atrás. Ahora solo queda tu ausencia y una altivez que antes era mía.
Camina el mundo, recórrelo, disfrútalo.
Gracias por los recuerdos. Gracias por los besos con sabor a infierno.
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