Empezaré a escribir ofreciéndote mis más sinceras disculpas, desde el fondo de mi corazón...
La verdad es que quiero terminar contigo después de dos años y siete meses, por diferentes razones que no sé si por amor, costumbre o miedo a la soledad, no encuentro válidas por más veces que las analice.
No nos veo juntos en el futuro, por la sencilla razón de que ni siquiera yo tengo claro mi futuro. No me gusta estar en un relación sin saber que puedo esperar de ella. Creo que son esos momentos de insomnio, a la media noche, cuando uno piensa en su vida perfecta, el motor de una relación.
Un apartamento, dos perros, un gato, una cocina grande, un cuarto completamente pintado de blanco, un domingo montando bicicleta, paseos familiares, planificar por el resto de mi existencia, un nuevo proyecto periodístico, un viaje a una provincia, sentirte feliz ayudando a alguien que lo necesita. Toda una vida en un párrafo, y no estás tú. Y no estás porque la protagonista de mi vida debo ser yo misma, si tu apareces en el cuadro, acapararías toda la atención, te llevarías el reconocimiento y con toda la razón.
Un día dijiste que sería más fácil que tuviéramos la misma profesión porque nuestros caminos seguirán ligados no solo en lo sentimental sino en la vida laboral. El problema es que al estar tan ligados es claro que la competencia aparecerá y también es claro que el ganador serás tu.
Yo no quiero una vida así...
Compartir una noche de comida chatarra y series, chismeando de otras personas es un plan de amigos, y es así como ahora te veo. Ya no quieres hacer nada nuevo, y si quisieras, tampoco tienes dinero. Todos tus esfuerzos y recursos los absorvió tu trabajo, esa vocación que un día predije que elegirías en vez de a mi. La chispa se perdió, a las mariposas las mataron los jugos gástricos, un te amo se volvió una muletilla y tomar la iniciativa para hacer el amor es una costumbre, no una picardía.
Yo necesito algo o alguien que me haga sentir viva, sentir que me late el corazón rápido y que tengo sangre corriendo en las venas, que soy humana y en cualquier momento puedo dejar de existir, pero que aunque así sea habrá valido la pena. Necesito la libertad de consciencia de conocer alguien y llevármelo a la cama. Extraño sentirme bien con el hecho de llegar a un bar y llamar la atención de uno o dos tipos. Sentir la adrenalina de una buena cogida, la respiración fuerte de un hombre a punto de venirse, la genialidad de una lengua en mi vagina, lamer un pene con avidez, no tener que rogar, que me lo den todo.
Me cansé de llegar a la casa a estar sola y aunque sé que no vas a llegar, seguirte esperando, sería mejor tener la certeza de mi soledad que una esperanza falsa. La tristeza agota, vivir un duelo antes de tiempo te hace sentir como si tuvieras un televisor gigante encima que por poco no te deja respirar. Ya me estoy preparando para tu ausencia, la siento aún cuando estás a mi lado. Podría dejar de vivir un duelo falso y darme la oportunidad de sentirlo con todo el dolor que pueda sentir. Al menos el dolor es una prueba de que estoy viva.
Muchas personas anhelan encontrar algo así como lo nuestro, se supone que es el sueño de toda mujer. Quizá el de toda mujer, que no sea como yo.
Pero tranquilo, quiero terminar contigo, pero no lo voy hacer. No tengo los cojones necesarios para clavarme un puñal y sentir lo caliente de mi propia sangre. Me gana más el amor y la curiosidad de si alguna día te atreverás a hacer algo indebido y darme la excusa perfecta para acabar esto de un solo tajo. Quiero saber si me equivoco y el futuro nos aguarda algo a los dos, inesperado, perfecto de cualquier manera.
Sin dudas, te amo.
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