La muerte

Porque cuando me muera no podré llorar mi propia muerte, a veces, la imagino y lloro.
Es justo llorarme, nadie más tiene la obligación de hacerlo, porque nadie conoció mi vida más que yo.

Imagino la muerte de las personas que más quiero. Y no en muchos años, las imagino ya. Qué horrible hábito, qué asqueroso y cruel. Como si imaginarlo hiciera que doliera menos, como si eso me hiciera acostumbrarme al dolor. Tal vez solo lo prolongue de ahora hasta cuando realmente pase.

Pero no es mi culpa. Me criaron para vivir esperando un suceso fatal, el más fatal de todos. Para esperar lo peor porque de ahí surgirá lo mejor, lo mejor de todo lo conocido.

Y aún lo creo, aunque desearía dejar de creerlo. Mi vida sería más fácil, desesperanzada, pero fácil. 

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