Solo quiero estar contigo.

Y la espera terminó, tras un viaje de 807 kilómetros nuestro sueño se materializó, un abrazo se prolongó, dos pares de ojos se miraron haciéndole antesala a un par de sonrisas nerviosas, un beso se pidió y un beso se dio.

No tengo palabras para describir como fue esa semana a su lado. Fue increíble tener en frente a ese par de ojos tristes y esa boquita consentida. Lo amé.

Amé recostarme en su pecho mientras me daba besitos en la cabeza; amé agarrarme de su mano y sentirme suya; amé ver como se comporta en su entorno y con los suyos; amé no tener sexo con él sino hacerle el amor, el que nunca había hecho; amé levantarme en la mañana y que la primera cosa que vieran mis ojos fuera él; amé despertarlo con besitos; amé sentir toda la noche sus brazos calientitos a mi alrededor; amé estar con toda la gente que el ama; amé sentirme parte de ellos también; amé que compartiera conmigo sus aficiones y sus pasiones; amé que me cantara al oído; amé susurrarle bajo las cobijas lo mucho que lo quiero y lo querré. Lo amé.

Amo lo que tenemos y la ilusión de lo que podemos tener, lo que podemos construir y lo grande que sentimos. 
Ahora solo quiero estar contigo, el que un día me pregunto qué tenía que hacer para ser protagonista de mis escritos.

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