No sé lo que soy, si lo soy y si lo debería ser.


Me di cuenta que me esfuerzo mucho en creerme que soy lo que quisiera ser. A veces me sale tan bien que hasta me lo creo. Me empapo tanto en ese personaje sin sentimientos, esa mujer fría, perra y calculadora que en serio me encantaría ser. Hasta que llega el momento en que te golpeas tan fuerte con la realidad que hace que te desplomes, abras los ojos y te des cuenta de lo patética que en verdad eres.

Yo creí que iba a poder con esto, que no me iba a enamorar y fue así, no me enamoré porque para mí eso no es fácil, creo que no conozco el amor y no lo reconocería ni si me pega en la cara.

Pero lo que sí paso, es que este forastero pasajero, intento de hombre malo e independiente, me empezó a importar más de lo normal, me empezó a gustar más de lo normal tal vez porque fue protagonista, testigo y espectador activo de muchas primeras veces en mi vida.

No es fácil ahora ser espectadora pasiva de su vida. No es fácil ver que vuelve a sus raíces y que está feliz allá, aunque sea por poco tiempo. Ver que otra lo hace feliz y que lo hace feliz en serio y de manera integral, mientras yo estoy sin bañarme en un cuarto oscuro, deprimida, evadiendo mis responsabilidades y escribiendo sobre él…  Más bien envidiándolo, porque a mí también me gustaría encontrar un amor así.

No sé si por fin estoy admitiendo que le tengo miedo al amor pero a la vez me gustaría experimentarlo o si me están afectando todas las malditas comedias románticas  que he visto el día de hoy.  
Tanto tiempo huyéndole al amor, tanto tiempo pretendiendo ser feliz con amantes pasajeros. Eso ha moldeando mucho mi personalidad, pero no lo suficiente como querría.

Pero toda esta mezcla de sentimientos, esta confusión es acerca de mi miedo al olvido, miedo a que no me recuerde por ella. Porque hay cosas que aunque duren poco, significan mucho y te hacen olvidar cosas del pasado.

Él ahora se siente en el cielo, su cielo. Pero lo bueno dura poco y más temprano que tarde tendrá que volver a la realidad, a este infierno en el que solo hay una demonia que lo puede hacer escapar momentáneamente, y aunque suene egoísta… Esa, soy yo.

(Fotografía por Jean Philippe Lebée)

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