Me di cuenta de una manera indolora que jamás vas a ser mío, que jamás en tu mente le voy a llegar ni a los tobillos a ella. He gastado en vano todos esos minutos antes de levantarme para ir al trabajo hablando contigo, han sido un desperdicio todas las horas ignorando a la gente a mi alrededor por hablar con un fantasma. Ellos están aquí, tú no. A ellos los puedo tocar. Existen mas allá del toqueteo fugaz de una pantalla.
Pero ellos no me hacen sentir tan bien, no me dan tanta felicidad como tu, no me entretienen, no me hacen reír, no me hacen sentir viva como la sola ausencia presente del fantasma. Me necesitas a mí para existir y no soy capaz de hacer que te esfumes, tú y todos tus demonios. Si fueras solo tú no me atormentarías tanto, pero vienes acompañado de una bandada de recuerdos con ella que te acosan y te tienen desesperado, por eso quieres compartirlos con alguien, con la primera desdichada que quiera estar al pie de tus encantos y tus tragedias, conmigo.
Soy una mujer condenada a vivir a la sombra de otras. A mí no me tocan amores completos, no. En el amor me ha tocado aprender a compartir, a hacer como si no me importara no ser suficiente. Siempre vivir a la sombra de alguien presente e, incluso, de alguien ausente. Ella siempre va a estar ahí, siempre más especial y más memorable, mejor.
Soy la mujer de turno pero jamás la mujer de la vida. Ni mis marcas, ni mis detalles, ni mis maneras calan tan profundo como las de ella. Esforzarme por ser imperecedera en tu memoria solo me ha vuelto cada vez mas común y reemplazable.
Soy una bonita y divertida distracción pero cuanto mas hondo vayas, descubrirás que estoy vacía. Y, como estoy vacía, cualquier migaja me llena. Soy como un perro callejero al que con la más minima muestra de compasión y amabilidad le construyes ilusiones.
Pero se siente rico volver a sentir después de haberse creído desierto. Es bonito llegar a creer que se puede ser especial aunque luego te empujen de ese pedestal. Es lindo ahogarse el lágrimas advertidas.
De vez en cuando está bien darse la oportunidad de poder ser vulnerable en el momento incorrecto y con la menos indicada de las personas. Estar en el límite del amor y del abismo también es una manera de sentirse vivo. Y tú me has empujado, pero yo sé que si caigo no muero, aun no he aprendido a volar pero si a caer con estilo.
Así es como será: ellas intocables, yo asequible.
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