¿Qué dirá la gente de mí cuando me muera? ¿qué dirán mis amigos? ¿qué dirá mi familia? ¿qué dirá lo que escribo? Seguramente, una de las razones por las cuales quería morir antes que todos ellos, era para tener el exquisito placer de saber que algún día, alguien, posiblemente alguno de mis amantes, querría hacer un documental de mí. Sí, así de interesante me creo.
No sé qué dirán de cuando era una niña, o de cuando estaba en el colegio. Probablemente, la mitad de esas impresiones sean falsas. Me daría pena que, por ejemplo, encontraran el primer cuento que escribí y que sorpresivamente fue publicado. No tengo la seguridad de ninguno de sus testimonios pero sí puedo dejar constancia de lo autodidacta que he sido. Me he construido desde un punto de vista sexual, musical, artístico, social que ninguno de mis padres pudo haber hecho nunca porque sus experiencias no se los permiten. Salir de mi ciudad natal me ayudó a descubrirlo, a entenderlo y a aceptarlo, que, a final de cuentas, también es aceptarme a mi misma.
Tenía tanto miedo de decir "soy escritora". Pensé que no compartía mi arte porque no lo creía lo suficientemente bueno o porque temía que mis memorias cayeran en manos equivocadas. Me mentí. La verdad es que soy egoísta con mi arte, soy ególatra. No me gusta compartirlo sino hasta que un día sienta que ya todo está hecho o hasta que la vida misma se me apague y ya no pueda hacer más. Pero el trabajo aún no esta completado, todavía quedan muchos años, mucha vida, para seguir puliendo mi obra, para seguir construyendo y construyéndome.
Escribir me libera. Escribo porque cuando veo mis pensamientos traducidos en palabras desenredo mi nudo mental y me auto comprendo. Por eso, me indigna que escribir para otros no sea una delicia, me indigna que las palabras no les fluyan. Me indignan aquellos que se llamen a si mismos "escritores" y se sienten horas a pensar qué van a escribir. Escribir, como lo dijo Bukowski, tiene que salir como quemando las tripas. Escribe cuando las ideas retumben tan salvajemente en tu cabeza que no te dejen dormir en la noche, escribe cuando el exceso de palabras no dichas te de ganas de vomitar, escribe cuando te comas todas las uñas muriendo de la ansiedad, escribe cuando tengas miedo de que en 10 minutos no te acuerdes de las ideas, escribe cuando tengas que sacar párrafos como escupitajos. Ahí, escríbelo.
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