El fracaso perfecto

Abrí los ojos y me di cuenta que no sería un buen día. Abrí los ojos y me sentí maldita, con admiraciones malditas, una depresiva que solo habla de ella misma, en la cual nadie cree, a la cual nada le parece chistoso y que siempre esta fingiendo.

No soporto a mis compañeros de clase, no los quiero como compañeros y, menos como amigos, pero detesto que ellos no me quieran. No me aguanto, a veces,  estar con mis amigas, las he empezado a aborrecer, pero odiaría más estar sola. ¿Será que me estoy enloqueciendo? ¿que todo esto, de verdad, pueda terminar enloqueciéndome y yo ni dándome cuenta cómo se ve el mundo afuera de mi burbuja? Me imagino a mi mamá lidiando con una loca y todo el pueblo teniéndonos lástima diciendo: "ella pintó lo que iba a ser desde chiquita", y sacando anécdotas de quién sabe que lugar de una recóndita memoria. Preferiría matarme antes que dejar que mi madre, esa pobre mujer, soportara tal desgracia. 

Sin embargo, sigo con el pensamiento constante de ser una discapacitada que cree que es feliz pero que todo alrededor de su vida sucede por lástima. ¿Será que esto es normal, algo pasajero o, algo que merezca real atención? ¿me va a tocar ir al psicólogo y que esos hijueputas me transmitan más locuras?

Estoy segura de que no voy a ser nadie en la vida, si de por si ni existo. No voy conseguir un trabajo que me guste, porque trabajar en lo que me gusta es muy difícil, hay que ser realmente bueno, y yo ni a decente alcanzo. No voy a ser realmente buena en nada porque simplemente nunca lo he sido. Nadie cree en mí, nadie diría de mí algo medianamente parecido a lo que verdaderamente soy, no soy nada para ellos. No dan un peso por mi, yo tampoco lo doy. Se me ocurren diez mil ideas en un día para empezar a emprender y hacer algo chévere, algo bacano, y cuando llego a la casa y me acuesto en la cama simplemente me digo "¿para qué? ¿qué sentido tiene? Lo más seguro es que fracase". En la universidad dan recomendaciones de como presentarse a una entrevista de trabajo y qué responder en las pruebas psicológicas. Mis resultados son desastrosos, qué bueno que no toca compartirlos. La verdad, no me explico quién contraría a alguien como yo.

Tengo un deseo de querer acortar mi vida ya pero sin tener que hacerle daño a los que quiero. ¿Cómo poder saltarles el dolor? Aunque, la verdad, sé que no sería capaz de matarme. Matarse era una cosa admirable, romántica, idealizada, en el siglo pasado. En ese tiempo la muerte de podía dejar huella y los amigos se dedicarían a crear un mito alrededor de uno a partir de rasgos, a veces, inexistentes. Pero ¿ya pa' qué?, antes la gente se mataba por rebeldía, por tormentos, porque ya lo habían vivido todo y el suicidio era el final perfecto de esa generación que se dio cuenta de que del 2000 para acá ya no había nada que hacer. Ahora si uno se mata, difícilmente, lo vendrán a encontrar a los tres días, tirado en la cama con una pijama fea,  luciendo como la mierda, y así mismo luciría uno en el cajón. Ya no respetan los deseos de nadie. Uno puede decir que quiere que lo cremen o que lo entierren en la tierra para volver a ser polvo real y sentir que los gusanos se lo están devorando, pero va a terminar enclaustrado en una bóveda por falta de plata y falta de respeto.

Ya perdí la capacidad de asombro y de encontrarle algo gracioso a la vida. Nada me hace reír, todo me parece inmensamente estúpido. No soy capaz de ver nada bueno en nadie. La gente loca, demente, son los únicos que me parecen interesantes pero a la vez me dan miedo. De resto son unos simplones con vidas insípidas.

Hace mucho que no siento el toque de una mano con ansias de algo más. Últimamente no he sentido nada. Estoy sola y me encanta estar sola pero necesito el calor humano y sacar una parte de mí personalidad que murió cuando tenia que morir, con él. Pero, a veces, quiero revivirla.

No soy más que una personita de pueblo que fue una carga desde el principio, de la cual se enamoraron las tías obsesiva y perdidamente. Una desgraciadita que se quedó con los gusticos de ricos que se daba de vez en cuando. Una muchachita que se creyó diferente y empezó a sentir que no encajaba en esa "ciudad", con esa gente. Una peladita normalita que no sabía que la felicidad podía tener miles de significados.

Soy una mujercita que se enamoró perdidamente de Bogotá porque aquí la vida es un poco menos aburrida. Pero hoy me puse a pensar, y me di cuenta que el pueblo es una vaina abismalmente diferente y que las locuras en el pueblo son más locuras que las que uno hace en la ciudad. Ser el loco del pueblo es importarle un culo el qué dirán y vivir sin restricciones siendo amigo de los tres hijos homosexuales del médico drogadicto que se escapaba de rehabilitación, y andar con el adoptado rico que quiso meterse a una banda criminal por pura diversión, o el drogadicto hijo del médico reconocido que empezó a robar casas porque se aburrió y necesitaba más plata para el bazuco. El pueblo es, sin duda, puro descontrol y, más si es en la costa, donde convergen todos los demonios de una sociedad escondidos por la doble moral y el que se atreva a vivirlo en público es excluido por la mini sociedad, pero ¿qué importa?, si al fin y al cabo eso es lo que se quiere, a ninguno de esos le interesa hacer parte de esa montaña de mierda.

El problema es que nunca fui lo suficientemente valiente como para vivir mi vida como ellos. Las mujeres de mi familia siempre me mantuvieron controlada mentalmente y tuve que salir del pueblo para poder hacer lo que se me viniera en gana, y ni así puedo decir que es que me haya atrevido a hacer mucho. En cambio, los hombres de mi familia, aunque no me han dado libertad, me la han insinuado, la han vivido en sus vidas y se han convertido en mi ejemplo, asqueroso y despreciable ejemplo en muchos casos, pero aun así más divertido que cualquier otro.

He tenido que sobrellevar dolores desastrosos por pérdidas que ahora mismo no recuerdo cuánto dolieron. Son como una sombra que sé que existió pero que ya es muy borrosa y también todo lo que produjeron.

Esta mujercita no sabe lo que es la amistad, ¿qué es eso? ¿ah?, nunca lo he sentido verdaderamente. O tal vez sí, tal vez simplemente me parece que todo esta sobrevalorado, el amor, la amistad, la felicidad, el sexo, las drogas, la vida.

Podría decir que la única vaina que me hace feliz es bailar y cantar, a veces, y escribir porquerías que en un deseo meramente narcicista espero que las pocas personas que me han leído, divulguen cuando yo me muera.

No soy para nada diferente. Soy igual a todas esas almas desgraciadas que me encuentro en la calle. Mi exterior es simplemente una búsqueda constante de mi verdadero yo. Pero todo se va, porque todo es irrelevante, nada me produce apego.

No creo que sea mejor que nadie por ninguna de las cosas estúpidas que hago en mi vida. Estoy tomando malas decisiones y no me enorgullezco de ello, pero tampoco me avergüenzo.

No quiero tener amistades en pausa, ni conservar gente en mi vida por amor a un recuerdo, si en este preciso instante ya no me aportan nada ni tenemos nada en común. No quiero sentarme a aparentar que me basta con el pasado que me dieron. Si no eres activo en mi vida, realmente de muy poco me sirves. No es que los odie ni que ya no seamos amigos, es solo que, ¿para qué seguir forzando algo que, está claro,  nunca volverá a ser como antes? Aceptémonos con dignidad como extraños con recuerdos en común, eso no tiene nada de malo.



Comentarios