De mí para mí

Nunca había sentido tantas ganas de morirme como hoy. Me quedan tres años para estar en la edad de la muerte perfecta, pero decirle alguien que tienes planeado suicidarte a las 25 es bastante estúpido. Van a pensar que estas jugando, que estas loco y tratarán de detenerte. 

Pero, siéntate un momento. Tu existencia, en realidad y, siendo prácticos, no le hace bien a nadie. Estas quitándole oxígeno a gente que lo aprovecha más, haciendo gastar dinero a muchas personas a las cuales no haces más que decepcionar. De pronto, llamas a tu mamá en la noche, la oyes llorar y no tienes una sola palabra de aliento porque no sirves ni para ser el apoyo de nadie. Viajas a compartir tiempo con tu familia y, cuando estas ahí, te das cuenta que es lo que menos quieres hacer. 

Ya conociste el amor, el desamor, lo que nunca podrá ser amor pero finge serlo por una noche, hiciste locuras con tu consciencia, hiciste viajes mediocres pero inolvidables. Sí, hace falta mucho más por vivir. Pero empiezas a creer que, tal vez, esto sea suficiente ¿Para qué más? Al fin y al cabo, de los 25 para adelante no va a empezar a mejorar. Se empieza a engordar uno, a alejarse de los amigos, a quedarse más en la casa y las relaciones se vuelven más aburridas ¿Y para qué trabajar? Si estás en contra de las rutinas y no eres lo suficientemente buena para conseguir algo que realmente disfrutes hacer. Sí, quedan muchos lugares en el mundo que conocer. Pero eres pobre y, en caso de que decidas trabajar y ahorrar, una vez lo logres, ya serás muy vieja para disfrutarlo como debe ser. Yo no nací para la vejez.

La verdad es que nunca he creído en la humanidad. No creo en el cambio. Creo en el altruismo como forma de engaño para darle sentido a la vida.

¿Acaso no es algo ideal morir joven? dejando huella en todo aquel que te conoció. Que no puedan imaginarte viejo y sentando cabeza. Algunos te tildarán de loco, de depresivo, te tendrán lástima. Pero los que valen la pena, los buenos pocos amigos, sabrán que en realidad fuiste el más valiente de ellos y serás un pensamiento recurrente y agridulce.

Imagínate el olor a tierra mojada, el frío de estar conectado con la naturaleza y ella entrando en ti, poco a poco, haciéndote suyo, volviendo al polvo del que un día fuiste parte. Ser nada otra vez, no sentir nada y empezar a sentirlo todo. Tener todo el conocimiento del universo y olvidarlo para volver a nacer.

Los impedimentos más grandes son aquellos que quedan tristes atrás. Pero tu sabes que su vida mejoraría. Que al menos les quitarás una carga de encima y, una vez muerto, se te olvida todo ese peso que llevas a rastras. Vas a ser feliz, porque no vas a ser.

Es que no hay nada, no hay nadie. Esto es una sucesión de días en los que, hasta lo mas novedoso, ya sabe a rutina. Algunos traen vida para darle vida a la de ellos. Que egoísta parir para dejar huella, para no estar solo, para tener quien te cuide, para conocer otro tipo de amor. Déjenlos ser felices en su inexistencia, porque no hay nada mejor que la felicidad de la inconsciencia.

Este escrito es la prueba de por qué la gente débil no debe leer a otros débiles con filosofías fuertes.

No tengo el valor, hoy. Y quién sabe si a los 25.

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