Mi viejo era uno de esos tipos que se hacia querer, que hacia reír a la gente y que disfrutaba de placeres sencillos y dañinos. Él era feliz, pero sé que de tanto tanto se daba cuenta de su realidad: que era un fracasado.
Hay tantas cosas que recuerdo con frecuencia y que nunca se las he compartido a nadie. Como la última vez que le hablé, irónicamente lo ultimo que le dije fue "adiós" y le di un beso rápido mientras estaba acostado en el sillón, con los ojos cerrados, y una cara de dolor que anticipaba su muerte unas horas después. Otra de esas cosas que se me vienen a la mente, es el último chiste que le conté, le dije "Papi ¿quieres que te cuente un chiste?" y él con una ternura que se me hizo muy extraña me respondió "Bueno cuéntamelo, pero no te aseguro que en este momento me vaya a reír", y sin embargo se rió, fingió una pequeña sonrisa en una comisura de su boca, que no hizo desaparecer su cara de dolor, y supe que algo andaba mal.
Mi viejo era igual que cualquier otro, lo veía tan normal incluso años después de su muerte. Hasta que un día supe su verdadera historia. Fue un tipo problemático, que vivió al limite hasta que se casó con mi madre. Drogadicto, bebedor, mujeriego y hasta delincuente. Una combinación que le pasó su cuenta de cobro a los 43 años. Haber cambiado mi visión de él, al contrario de lo que muchos harían, me inspiró a seguir su ejemplo, y por algunos pocos años me pude haber estado buscando su mismo destino.
Su cantante favorito era Héctor Lavoe ¡Y vaya que se parecía a él! Parece que Héctor fue la inspiración, la banda sonora para su vida. Quizá por eso me obsesiona tanto la historia de El Cantante, y la de muchos otros artistas drogadictos y ya muertos que por alguna extraña razón me causan tanta lástima y admiración: Amy Winehouse, Kurt Cobain, Andrés Caicedo... Etc.
Mi viejo nunca fue el mejor ejemplo, de hecho, fue el peor. Y con profundo dolor en mi corazón, admito que con su muerte se me abrieron mil puertas y se me dieron un sinfín de oportunidades que de no haber el fallecido, nunca hubiera tenido. Pero también es cierto que los recuerdos más divertidos siempre fueron al lado de él, e incluso en todo lo peligroso que me inspiró a hacer después de su muerte, siempre hubo algo de felicidad.
Así que gracias, papá, por las veces que tuviste que ir a mis presentaciones en la escuela con cara de "¿Qué putas hago aquí?" y aun así te las disfrutabas. Gracias por todos los proyectos que dejaste a medias, porque de ellos siempre salió una charla interesante a las 11 de la noche. Y gracias por nunca dejar que en vida conociera tu lado más oscuro.
"Todo tiene su final, nada dura para siempre, tenemos que recordar que no existe eternidad"...
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