El precio de estar con alguien que vive para servir, es que no lo puedes tener para siempre. En algún momento el servicio lo va a consumir y tendrá que escoger, y no te va a escoger a ti.
Yo quiero estudiar, trabajar, casarme, viajar, procrear, criar, pasar mi vejez en una casa a las afueras de la ciudad. Pero ¿Quién sabe? la vida de uno esta dependiendo de las circunstancias de un colectivo ajeno, aunque peleemos por la idea de que solo está en nuestras manos.
Sé que aun estoy muy joven, que todavía es temprano para preocuparme por no poder vivir toda la vida contigo, que faltan un millón de cosas por pasar. Pero es que así soy yo, una mujer a la que le gustan las certezas, sean malas o buenas. No nací para la incertidumbre.
Me gusta estar con una persona sin tener que imaginarme todos los días, el día en que va a tener que dejarme por irse detrás de sus sueños, cuando un día me dijo que yo era uno de ellos.
Me gusta estar contigo porque además de disfrutar el momento, puedo imaginarme un futuro en que nuestros proyectos de vida se unen, o al menos eso era lo que sentía.
Al final, es fácil amar, pero es doloroso, en ciertas maneras, estar con alguien con quien siempre te has sentido significativamente inferior.
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